Por si todavía hay dudas, el aceite de oliva virgen extra es uno de los aceites más saludables y reconocidos a nivel mundial. Y esto es así por sus múltiples beneficios para la salud, entre los que destacan sus altos niveles en antioxidantes y su alto valor nutricional.
Para conseguir este aceite, se realiza un proceso mecánico en el que se extrae el líquido (aceite) del fruto (oliva).
Su proceso comienza con la recolección de aceitunas, que puede realizarse a mano o con máquinas específicas. Este proceso debe hacerse de manera cuidadosa para no dañar las frutas.
Tras recoger las aceitunas, se lavan para eliminar cualquier residuo y suciedad.
El siguiente paso es triturar las aceitunas, para romper las células y liberar así el aceite de las cáscaras y la pulpa.
La pasta resultante de las aceitunas, se bate y se agita, de forma que se separe el aceite de la parte sólida de la pasta. Este proceso puede realizar en una prensa tradicional o en una centrifugadora moderna.
A partir de este punto, a este líquido obtenido ya se le puede llamar “aceite”, el cual se filtra, para eliminar impurezas, y se almacena en recipientes de acero inoxidable o vidrio oscuro, de forma que quede protegido de la luz y del oxígeno.
La calidad del aceite de oliva dependerá de varios factores, como la variedad de la oliva, el suelo o el método de producción. Para garantizar esta calidad, se deben seleccionar las mejores aceitunas y procesarlas en frío, de forma que se mantengan todas sus propiedades nutricionales y beneficios.
Si todavía tienes dudas sobre qué diferencia cada tipo de aceite de oliva, ¡no dudes más! Aquí te lo contamos.
Descubre la historia y versatilidad de la aceituna Changlot Real en la cocina mediterránea
Descubre el valor histórico y gastronómico de los olivos centenarios: el secreto detrás del aceite más exquisito